En las Cruzadas
Corre el año 1099, Hugues de Payns y Geoffroy de Saint Omer, caballeros piadosos donde los haya, para proteger a los peregrinos que viajan a Tierra Santa inician la orden que pronto será llamada del Temple.
En 1115, se unen a ellos otros varios caballeros y se autoproclaman “pobres caballeros de Cristo”. Balduino II, rey de Jerusalén, cede a la cofradía una parte de su palacio que, al estar construido sobre las ruinas del templo de Salomón, hace que decidan cambiar su nombre por el de “Caballeros del Temple”.
Aún no hay reconocimiento de las altas jerarquías eclesiásticas. En 1126 el conde de Champaña abandona tierra, posesiones, familia y amigos para ponerse al servicio de H. de Payns; éste, en busca del reconocimiento Papal, acude a Bernardo de Claraval y la orden se reconoce oficialmente en 1130. Un gran número de caballeros de todas partes de Europa decide abandonar sus posesiones y amigos para unirse al grupo que en el transcurso de dos años pasa de tener poco más de una docena de miembros a ser varios millares.
Los cuatro principios básicos son:
Obediencia: muy jerarquizados la obediencia ciega se la deben al gran maestre y al Papa. Esto provoca el recelo de los grandes monarcas cristianos.
Castidad: No podían tener trato carnal con mujeres para consagrarse plenamente a su tarea.
Pobreza: Los que se unen a la orden abandonan títulos, tierras, bienes materiales,…
Conquista de Tierra Santa: En cuerpo y alma han de buscar su principal objetivo la conquista, salvaguarda y defensa de los Santos Lugares.