Teniente de Regulares Melilla nº 2.  Kudia Tahar 1925

En 1925 la situación en el protectorado español de Marruecos estaba empezando a cambiar tras el desastre que se produjo en la zona en 1921. A ello contribuyó en gran manera la decidida acción del nuevo gobierno de Primo de Rivera de acabar de una vez por todas con la guerra que tanto esfuerzo y dinero estaba costando a España. Esta acción se vio materializada por el envío de más tropas y material, conquistando así poco a poco el terreno perdido y hostigando a las cabilas rebeldes. Aunque aquí también hay que tener en cuenta la decidida participación del gobierno francés, que cada vez se vio más acosado por esas mismas cabilas en el territorio que controlaba en Marruecos y Argelia.

Una de las primeras acciones en esta participación conjunta hispano francesa fue el de preparar un desembarco en el territorio del Rif, controlado por las cabilas rebeldes y forzar un repliegue de las mismas en la zona.  Aunque el lugar del desembarco no estaba claro, era un secreto a voces que los españoles iban a realizar una gran invasión al Rif entrando por la bahía de Alhucemas y eso, el líder de la rebelión, Abd el Krim, lo sabía bien y movió sus cartas.

Su arriesgada apuesta fue tomar Tetuán, que en la época era un importante centro neurálgico de los intereses españoles en la zona. Abd el Krim era consciente de que si esta ciudad caía, los españoles tendrían que frenar sus intenciones de desembarcar en Alhucemas y centrarse en recuperar la ciudad.

Tetuán, como otras ciudades españolas de la zona estaba protegida por una serie de posiciones más o menos lejanas que servían de escudo a la misma. De todas ellas la más importante por su situación estratégica era Kudia Tahar. Abd el Krim sabía que si caía esta posición las demás lo harían como piezas de dominó tal y como ocurrió en Annual y también que las mejores tropas estarían concentradas en el desembarco, por lo que la entrada en Tetuán era casi segura.

Así, el 3 de septiembre de 1925, sólo cinco días antes del desembarco, los rifeños ponen sitio a Kudia Tahar.

La posición estaba defendida por 130 hombres del regimiento Infante nº5 y una sola pieza artillera de 70 mm. Desde el primer momento los heroicos defensores de la posición al mando del capitán Zaracibar sufren nutrido fuego de fusilería, cañón y mortero de unas tropas rebeldes muy superiores en número, provocando graves destrozos en las defensas exteriores, llegando los rebeldes hasta las alambradas donde fueron rechazados por los españoles. La situación se complicó en los días siguientes, pues el agua y la comida se agotaron siguiendo el enemigo hostigando sin tregua e impidiendo cualquier tipo de ayuda a la posición.

El día 8 se abre un rayo de esperanza al conseguir llevar suministro a la posición 50 hombres de los regulares de Ceuta sin sufrir ninguna baja.

Enterado Primo de Rivera de lo que acontecía allí y de la importancia de lo que este asedio suponía, ordenó enviar a Ceuta  a la II y III Bandera de la Legión, llegando el día 8 a la que se sumó el día 10 el Tabor de Regulares de Melilla al mando del Comandante Romagosa, dirigiéndose todas estas tropas en tren hasta Tetuán.El día 11 comenzaban la acción las tropas españolas dirigiéndose hacia el barranco de Sekin debiendo tomar antes los poblados de Dar-Halka y Dar-Gazi, ya que los accesos a Kudia Tahar eran dominados por dicho barranco.

Se consiguió llegar a Dar-Gazi sin mucho problema, pero una vez allí encontraron fiera oposición de los rifeños. Se inicia el asalto del Tabor de Melilla sobre un bosque y unas casas próximas al pueblo, mientras que la Legión se lanza al pueblo de Dar-Gazi.  Los combates en las casas de este pequeño pueblo fueron brutales, se tuvo que ir ganando terreno casa por casa, sin apenas disparar un tiro, usando la bayoneta para avanzar.

Al fin, el día 13 de septiembre se logró romper el cerco contra Kudia Tahar y las fortificaciones vecinas, enlazando los Regulares de Melilla con los bravos legionarios. Los rebeldes tuvieron numerosísimas bajas desapareciendo el resto con su rapidez habitual cuando la derrota era más o menos clara.

Este combate se conoce como “el de las Laureadas”, ya que fueron tres los que ganaron dicha condecoración en esos días. Uno de ellos fue el entonces capitán Rodrigo, que al mando de la tercera compañía de Regulares de Melilla limpió el bosque y los montes cercanos a la población de un más que numeroso enemigo facilitando así que los legionarios se centraran en el poblado.

Esta figura representa a un teniente de Regulares de Melilla con el uniforme usado en aquella gloriosa jornada.

Nuestro hombre viste las típicas prendas de Regulares en su tono caqui habitual tocándose con la gorra que usaban los oficiales con el imperial en rojo, pero desprovisto de su aro interno de refuerzo. Como única concesión a su graduación la galleta en la camisa con el color rojo que distinguía a este grupo de Regulares. En aquella época era muy habitual entre los oficiales el uso del bastón como ayuda en las largas caminatas en terreno rocoso e irregular.

La figura, ha sido modelada íntegramente en una escala de 75 mm usando exclusivamente masilla epoxidica Epofer y partiendo de mi habitual base de armazón de alambre de cobre, sobre el cual se va dando forma a la musculatura, pero sin llegar a definir en exceso la misma, salvo en los brazos.  Comentar que estos últimos fueron hechos aparte sobre las manos que agarran el bastón y encajados a continuación en su lugar, modelándose a continuación las mangas de la camisa.

Agradecer la excelente disposición de Luis Sanz Larrey, el cual no dudó ni un instante cuando le ofrecí la posibilidad de pintar la figura. ¡Gracias Luis!.

Espero que esta figura ambientada en este combate, apenas conocido, pero importantísimo en el devenir de nuestra historia sirva de pequeño homenaje a los hombres que durante esos años sirvieron a España con la valentía y honradez habitual, ya que como bien dijo Calderón de la Barca: “…en buena o mala fortuna, la milicia no es más que una religión de hombres honrados”.

 Antonio Meseguer