Tambor Mayor. Infantería de Línea 1862 (I)

Al final de la Primera Guerra Carlista y tras unos años duros en que era necesario reponer todo lo perdido durante seis largos años de conflicto armado, España encaró la década de los 50 y 60 del siglo XIX con gobiernos fuertes y estables que trajeron estabilidad económica y con ello un resurgimiento del tejido productivo y una incipiente industrialización.

Este auge económico también benefició al Ejército y sobre todo a las campañas que durante esta década España emprendió a lo largo del mundo. Así entre la más conocida campaña de África de 1859, nos encontramos con conflictos apenas recordados hoy en día, como la que le llevó a tierras italianas a combatir a Garibaldi, junto a Francia en la pacificación de Cochinchina (actual Vietnam) y en la expedición a México. Pero también la todavía más rara intervención en Santo Domingo (que volvió a ser colonia española durante un corto periodo de tiempo) y el conflicto naval con Perú.

Durante esta década también se ocupó de forma permanente el territorio de Guinea Ecuatorial y su posterior colonización.

El Ejército vivía momentos de cierto resurgimiento y sus componentes participaban en la vida social, artística y cultural del momento.

Inmerso en este periodo de cambios y avances en plena época romántica, se encuadraría a este Tambor Mayor del Regimiento de Infantería de Línea Borbón nº 17.

El empleo de Tambor Mayor era adjudicado a un sargento 1º de sobrada experiencia, el cual era el encargado de dirigir y marcar el ritmo de las bandas de música que formaban la plana mayor de los regimientos.
La figura del Tambor Mayor está presente en nuestro Ejército desde el año 1534, en que Carlos V la incluyó como parte de los Tercios. En aquella época el Tambor Mayor tenía por principal misión “instruir a los tambores sencillos en los toques de alarma, retreta, asamblea, llamada a tambores, llevar mensajes o emitir desafíos”. Tenía la obligación de conocer los toques del enemigo y saber descifrar los de todas las naciones con las que se mantenía relación, e incluso saber sus idiomas. El Tambor Mayor estaba a las órdenes del Sargento Mayor y marchaba siempre junto a él para estar atento a sus órdenes.

Evidentemente con el paso del tiempo fueron cambiando muchas de las atribuciones del Tambor Mayor, hasta llegar a convertirse en una figura en la que el regimiento expresaba sus particularidades en cuanto a adornos, riqueza, etc.

Al Tambor Mayor se le reconocía, además de por su corpulencia y marcialidad, por una pequeña lanza de hierro. La cual fue evolucionando durante los siglos XVII y XVIII hacia el bastón o “porra”, el cual no era sino un remedo del que utilizaban los Porteros que había en todos los Palacios y casas nobles y que tenía la misión de anunciar las visitas golpeando en el suelo un gran bastón.
Este bastón casi siempre estaba rematado con un pomo de plata, pero en el Ejército era mucho más ligero, para así poder girar, voltear y evolucionar con él.
De este bastón, viene la expresión popular de mandar a alguien a la porra, ya que normalmente solía ser puesta en el centro de los patios de los cuarteles y era donde se enviaba a los soldados que habían de cumplir algún castigo.

De todos modos la figura del Tambor Mayor empezó a desaparecer a finales de la década de los sesenta del siglo XIX, por el empleo (más práctico) de Maestro de Música.

Hoy en día el Tambor Mayor sólo pervive en algunas unidades muy especificas, tales como la Guardia Real, La Legión y Regulares.

Nuestro Tambor Mayor viste el uniforme establecido en 1856 para la infantería, siendo de igual calidad en este caso que el de los oficiales. En aquella época todavía se distinguía por los pantalones y color distintivo a la infantería de línea, de los cazadores. Siendo en este caso de paño azul gris. En los cazadores de color grana.
El morrión ros fue declarado reglamentario para todas las armas del Ejército por R.O. de julio de 1858.

Además de por la porra al Tambor Mayor a partir del siglo XVIII se le distinguía por la amplia banda confeccionada en cuero acharolado negro y con adornos en latón dorado con la cual iba el machete especifico para músicos.

Este veterano sargento porta dos medallas: La concedida en 1850 por el Papa Pio IX a las tropas que participaron en su restauración en el solio Pontificio y la Medalla de África, concedida en 1860 por la campaña en Marruecos.
Con todo esto, estaba claro que a la hora de representar esta figura quería una pose elegante, pero en posición de firme y en el momento de levantar la porra para marcar algún toque a los músicos del Regimiento. Conseguir la pose adecuada no fue tarea fácil, dado que había que conseguir un equilibrio armónico entre los brazos y el largo bastón, por lo que llevó varios intentos el conseguir la pose ideal. La cara debía acompañar con su gesto la acción del momento.

La figura tiene un tamaño exacto de 70 mm y fue modelada en su totalidad con masilla Epofer a partir de un armazón de alambre como esqueleto básico. A la hora de vestirla fueron muy útiles las representaciones gráficas que podemos encontrar de esta época, tales como daguerrotipos, cuadros, laminas….y así poder representar la moda del momento, basada en amplísimos pantalones. Levitas ceñidas (algunas con corsés internos) para conseguir cinturas finas junto con mangas el doble de anchas de lo normal.

Antonio Meseguer