Oficial de Carabineros (y II)
La figura representa a un Oficial Superior, probablemente un Coronel o un Jefe de Escuadrón, a partir de 1811, año en el que los dos regimientos de Carabineros fueron «acorazados» tras sufrir graves pérdidas en la campaña de 1809.
Napoleón decidió proteger a su caballería de élite con cascos y corazas similares a las de los coraceros, lo que suponía a su vez modificar el uniforme. Inicialmente estos regimientos debían ser equipados con un uniforme rojo granate (rouge garance), pero razones de caracter económico obligó al Ministerio de la Guerra a decidir que el color fuera blanco, con distintivos azul celeste.
La coraza de los oficiales estaba recubierta de una lámina de cobre rojizo, en vez del recubrimiento de latón que llevaba la tropa. Los vivos eran plateados, y el paño de sus uniformes era de mayor calidad que el de la tropa. La única diferencia entre los dos regimientos estaba en los bolsillos de los puños, blancos ribeteados de azul celeste para el primer regimiento, y azul celeste ribeteado de blanco para el segundo. En 1812 se modificó el color del puño de las mangas del primer regimiento, pasando de azul celeste a rojo. Estas diferencias no son apreciables cuando el soldado lleva puesto sus guantes con crispines, y no podemos distinguir en esta figura a qué regimiento pertenecía.
Así equipados, en 1812 ambos regimientos fueron incorporados a la 4ª División de Caballería Pesada, del 2º Cuerpo de Caballería, a las órdenes del General Montbrun, de la Grand Armée para la campaña de Rusia, donde perdieron la práctica totalidad de sus legendarias monturas negras, viéndose en varias ilustraciones a jinetes pesados franceses montados en los pequeños konias rusos.
Participaron en todas las campañas del Emperador desde entonces, en Alemania y Francia, hasta la derrota final en Waterloo, donde sirvieron en la 1ª Brigada de la 12ª División de Caballería (Teniente General d´Hurbal) integrada en el Tercer Cuerpo de Caballería de Kellerman. Participaron en la última carga de la caballería pesada francesa contra los cuadros aliados, siendo diezmados por el fuego de fusilería británico.
Parece que tras este desastre, un capitán del 2º regimiento abandonó las filas en dirección a las líneas aliadas, desertando e informando de la inminente carga de la infantería de la Guardia Imperial, algo que Wellington ya sospechaba. Una traición inútil.