Museo de la miniatura en Kulmbach (I)

Kulmbach es una pequeña ciudad alemana de unos 30.000 habitantes, al norte de Baviera, en la región conocida como Franconia, cercana a la frontera con la República Checa.

Desde un punto de vista turístico, la ciudad tiene el atractivo de tener varias fábricas de cerveza (la producción de las 4 marcas originales, Kulmbacher, Monchshof, Reichelbrau y Sandlerbrau, se unificó en una sola, la Kulmbacher Brauerei, pero las distintas marcas siguen conservando su personalidad propia) y el castillo Plassenburg, una impresionante fortaleza situada sobre una colina que domina la ciudad.

Para los modelistas, Kulmbach tiene un doble aliciente añadido: una famosa feria bianual, que originalmente era de figuras planas pero en la que cada vez se encuentra una mayor presencia de las figuras «de bulto», y el museo de la miniatura, o, dicho sea con más propiedad, el museo de la figura de estaño (Zinnfigurenmuseum)

La feria comercial y el concurso simultáneo bien merecen una visita. Bajo una gigantesca carpa, que unos meses después se utiliza para celebrar uno de los famosos «bierfest» alemanes, se encuentra una de las ferias comerciales más impresionantes que se pueden visitar en nuestros días. Fiel a su origen, predominan de forma abrumadora los fabricantes artesanales de figuras planas, un mundo casi desconocido en España pero con una gran tradición en Alemania, y en el que se encuentran representadas auténticas maravillas de casi cualquier temática que uno pueda imaginar. Pero como he dicho, también hacen acto de presencia los fabricantes de las figuras que todos conocemos mejor, y todo tipo de accesorios imprescindibles para nuestra afición: peanas, herramientas, pinturas…

Más desconocido resulta el museo de la miniatura. Por razones que se me escapan, casi no se publicita. No aparece mencionado en las guías turísticas y las referencias, incluso en la propia ciudad, son más bien escasas y sucintas. Incluso ya dentro del castillo Plassenburg en el que está situado, uno tiene que ir a buscarlo, porque ni tan siquiera existe un cartel anunciador específico en el exterior que nos señale su entrada.

Tan desconcertante discreción esconde, sorprendentemente, un verdadero «tesoro» miniaturístico. Más de 300.000 figuras, predominantemente planas, agrupadas en algunos dioramas espectaculares y gigantescos.

Josechu Sanmartín