Juan Sebastián Elcano (Primus Circumdedisti Me)
Biografía.
Juan Sebastián de Elcano nació hacia 1486 en la ciudad de Guetaria, no existe registro exacto de la fecha de su nacimiento siendo ésta estimada en base a un escrito fechado en Sevilla en 1519 en el que se hace referencia a que contaba con 32 años poco más o menos en aquel año.
Nació en el seno de una de las familias más ricas de Guetaria. Era el cuarto hijo de 8 hermanos: El primero, Sebastián, nació en 1481. Probablemente le siguió Catalina que contrajo matrimonio con Rodrigo de Gainza, también de Guetaria teniendo un hijo que se ordenó sacerdote y que se encargaría, en el futuro, de administrar el legado de la familia. El siguiente vástago fue Domingo Elcano, que llegó a párroco de la Iglesia de San Salvador del municipio. El cuarto hijo fue Juan Sebastián Elcano. Y sus hermanos menores fueron Martín Pérez, Martín Ochoa (referido también como Ochoa Martínez), Inés (que contrajo matrimonio con Sebastián de Guevara) y Antón Martínez.
Juan Sebastián tuvo un hijo con Mari Hernández de Hernialde, vecina de Guetaria; al que se llamó Domingo. También indicó en su testamento de 1526 que tenía una hija en Valladolid con María de Vidaurreta, del que no se conoce su nombre. Según todos los historiadores éstos murieron de niños, aunque no hay pruebas que lo confirmen.
Cuando tenía unos veinte años fue maestre y propietario de una nao de doscientos toneles y estuvo sirviendo a Carlos I en el Levante español y en África. Al no pagarle el Rey por estos servicios tuvo que vender la nao a unos comerciantes súbditos del duque de Saboya, o cuál era delito en aquella época (y por el que fue perdonado por el Rey a su regreso de dar la vuelta al mundo.
En 1515, probablemente después de vender su nao, formó parte de una milicia de Guetaria reunida para enfrentarse a los franceses. Esta milicia local estaba formada por doce hombres y fue destinada primero a San Sebastián y luego a Fuenterrabía, aunque no consta que entrase en combate.
Entre 1517 y finales de 1518 se trasladó a Sevilla donde se embarcó en el mayor viaje de su vida.
Falleció por escorbuto en el Océano Pacífico entre el 3 y el 6 de agosto de 1526.
El viaje.
Preparativos.
En Valladolid, en 1518, Magallanes presentaba el proyecto para navegar hasta las islas de las especias (las Molucas) al rey Carlos I, llegando a unas capitulaciones y trasladándose a continuación a Sevilla para preparar el viaje con los oficiales de la Casa de Contratación. En enero de 1519 Juan Sebastián Elcano fue contratado como contramaestre de la nao Victoria pasando en febrero a la nave Concepción con el mismo rango y con salario de maestre siendo oficialmente reconocido como tal en marzo de ese mismo año.
Se creó una armada compuesta de 5 naves con un coste total de 8.334.335 maravedís. La Corona (a través de la Casa de Contratación de Indias) financió 6.454.209 y el magnate burgalés Cristóbal de Haro aportó 1.880.126. Se reclutaron 247 hombres aproximadamente; de los que tres quintos provenían del Reino de Castilla, un par de ellos provenían del Reino de Aragón; y componían el resto de la expedición 28 portugueses, 27 italianos (en su mayoría genoveses), 15 franceses, 8 griegos, 5 flamencos, 3 alemanes, uno inglés y por último un malayo.
El 10 de agosto de 1519 las cinco naves partieron del Muelle de las Muelas de Sevilla. Descendieron por el río Guadalquivir hasta llegar a Sanlúcar de Barrameda permaneciendo allí durante 41 días pertrechando las naves y a la espera de que pasara una escuadra portuguesa que se dirigía a la india o quizá el abordaje de un último miembro de la tripulación.
Finalmente, el 20 de septiembre la escuadra partía de Sanlúcar de Barrameda y seis días después llegaba a la isla canaria de Tenerife donde embarcaron cuatro tripulantes más y hubo un tripulante que abandonó la expedición por razones desconocidas. Permanecieron en la isla entre tres y seis días y al partir navegaron hacia el sur, cerca de la costa africana, hasta alcanzar aproximadamente la altura de Sierra Leona, momento en el que emprendieron rumbo hacia el oeste, en dirección a Brasil.
Navegación por el Atlántico.
Durante la navegación por el océano Atlántico hasta llegar a la costa de Brasil los barcos fueron sorprendidos por fuertes tormentas y por el llamado Fuego de San Telmo (que es un fenómeno meteorológico presente durante las tormentas eléctricas que consiste en un resplandor brillante de color blanco-azulado, que normalmente tiene aspecto de fuego, a menudo en dobles o triples chorros surgiendo de estructuras altas y puntiagudas como mástiles, astas y vergas).
Llegaron a la costa brasileña a finales de noviembre, pero no tomaron tierra hasta mediados de diciembre en una bahía que llamaron de Santa Lucía, en el actual Estado de Río de Janeiro. Estuvieron en la bahía de Santa Lucía durante dos semanas, aprovisionando los barcos y manteniendo buenas relaciones con los nativos de la zona.
A primeros de enero de 1520 llegaron a la desembocadura del Río de la Plata y Magallanes entró con sus barcos pensando que podía tratarse de un paso al mar del Sur. Al cabo de un tiempo probaron el agua y con decepción comprobaron que era dulce asumiendo que se trataba de un río. Luego, Magallanes mandó a la nao Santiago ir por el río Uruguay a buscar el paso y ésta regresó a los 25 días sin resultados. Siguieron hacia el sur por territorios inexplorados y llegaron a un golfo que bautizaron como San Matías, que recorrieron durante cinco días.
A finales de marzo de 1520 llegaron a un lugar que bautizaron como Puerto San Julián y Magallanes decidió que la armada se detuviese allí una temporada. Como la expedición no parecía seguir un camino hacia las islas de las especias y permanecían perdidos por tierras frías inútilmente, empezó a cundir el descontento entre la tripulación y se produjo una sublevación.
Partieron hacia mediados de octubre de 1520 llegando un cabo que llamaron de las Once Mil Vírgenes y se encontraron con un estrecho y pasaron por una fuerte borrasca que llevó a perder de vista temporalmente a las naos Concepción y San Antonio. Por primera vez, Magallanes solicitó la opinión de los demás oficiales sobre si continuar o regresar a España. Algunos argumentaron que los suministros podían no ser suficientes si encontraban al otro lado un gran océano. Otros opinaban que, ya que se había llegado donde no había llegado nadie antes lo mejor era seguir y asegurarse de que ese era el estrecho que buscaban, pero había que abandonar esa latitud para evitar el frío y eventuales borrascas y que había que regresar a España si se demoraban demasiado recorriendo el estrecho. Finalmente, Magallanes tomó la decisión de continuar, pero el estrecho se bifurcó en dos decidiendo mandar que la Nao San Antonio y la Concepción fuesen por un camino y él con la Trinidad y la Victoria fuesen hacia el otro y que volverían a reunirse en la encrucijada a los tres días. Tras esta decisión la nao San Antonio desertó y regresó a Sevilla donde arribó el 6 de mayo de 1521.
Por fin, el 18 de noviembre de 1520 llegaron al final del estrecho, entre dos cabos que llamaron Hermoso y Deseado, y llamaron al océano que se encontraron Pacífico.
Navegación por el Pacífico.
Una vez que lograron franquear el estrecho navegaron hacia el norte hasta el paralelo 38 sur, con un clima más benigno. Una vez alcanzado este paralelo, navegaron hacia el oeste y, al cabo de un mes por el océano, empezaron a producirse muertes entre la tripulación por enfermedades como el escorbuto, producida por la falta de vitamina C.
Llegaron a dos pequeños islotes donde no pudieron parar: el atolón Puka Puka (que llamaron San Pablo) y la isla Flint (que llamaron isla de los Tiburones). A primeros de marzo de 1521 desembarcaron en la isla de Guam teniendo diversas escaramuzas con los nativos que las habitaban ya que éstos se dedicaban a robar cosas de los barcos, tras unos días de continuas escaramuzas Magallanes decidió abandonar la isla, que llamaron de los Ladrones.
A primeros de abril de ese año llegaron a la ciudad de Cebú, Magallanes hizo hincapié en evangelizar a los nativos y ochocientos de ellos se terminaron bautizando, incluido el rey y su esposa, que desde ese momento pasó a llamarse Juana. El rey de Cebú contó a Magallanes que en la vecina isla de Mactán había unos nativos gobernados por un rey con el que estaban enemistados y que no veían bien la presencia de los expedicionarios. Magallanes decidió someterlos por la fuerza y acudió a Mactán con un grupo de hombres (entre 40 y 60). Los españoles fueron derrotados en esta batalla y Magallanes murió en combate junto con otros 7 hombres resultando heridos 27 de los restantes. El 1 de mayo el Rey de Cebú invitó a los expedicionarios a un banquete; éstos sospechaban que podría tratarse de una emboscada, pero decidieron acudir para no parecer cobardes. Mientras estaban en la comida aparecieron guerreros nativos que pasaron a chuchillo a muchos de ellos. Los barcos salieron precipitadamente de Cebú sin estar lo suficientemente cargados de provisiones.
Joao Lopes Carvalho pasó a ser capitán general de la expedición capitán de la Trinidad, con Juan Bautista de Poncevera como maestre de este barco. Gonzalo Gómez de Espinosa, que había comenzado el viaje como alguacil mayor, pasó a ser capitán de la Victoria con Elcano como maestre. La tripulación pasó a estar compuesta solamente sólo por 116 o 117 hombres, lo que hacía imposible gobernar los tres barcos. La expedición se dirigió a la isla Bohol y quemaron la nao Concepción prosiguiendo el viaje ya sólo con dos naos, Trinidad y la Victoria.
Navegaron hacia el sur y llegaron a la isla de Mindanao donde establecieron buenas relaciones con el rey del lugar, pero no consiguieron provisiones. El rey de Mindanao les explicó cómo llegar hasta la isla de Borneo y, por el camino, se detuvieron en la isla de Palawan donde los nativos les vendieron arroz.
A primeros de julio de 1521 llegaron a la ciudad de Brunéi, en la isla de Borneo, donde se encontraba el rajá musulmán Siripada con el que se entrevistaron Gonzalo Gómez de Espinosa y Juan Sebastián Elcano, mientras Carvalho permaneció en la nao Trinidad. Mientras se producía la entrevista con el rajá, un marinero divisó que, a lo lejos, se acercaba una flota de más de doscientas velas. Carvalho decidió abordar los juncos que se acercaban, que fueron tomados sin dificultad; Horas más tarde se acercó otro junco, cuyo capitán decía que era del rey de la isla de Luzón. Este junco fue abordado y Carvalho le dejó ir a cambio de unas joyas que llevaba. En realidad, el capitán se trataba del hijo del rey de Luzón que acudía para casarse con una hija del rajá. Los marineros europeos no aprobaron el comportamiento de Carvalho; que, aparte de la liberación a cambio de las joyas, también había retenido a tres mujeres nativas para él.
El rajá de Brunéi les indicó que en Mindanao habría guías para llevarlos hasta las islas de las Especias (las Malucas); A finales de julio las naves abandonaban Brunéi poniendo rumbo hacia allí. El 17 de septiembre, estando todavía en Brunéi, se decidió destituir a Carvalho por su comportamiento y nombrar capitán general a Gonzalo Gómez de Espinosa, que ejercería su cargo desde la Trinidad. Como Espinosa había sido hasta entonces capitán del otro barco, Elcano fue nombrado capitán de la nao Victoria.
Las Molucas y viaje de regreso.
El 7 de noviembre de 1521 avistaron las Molucas. desembarcando el 8 de noviembre en la isla de Tidore siendo recibidos por el rey Almansur, que los trató con gran hospitalidad. Durante varios días Almansur reunió todo el clavo posible de Tidore, así como de las islas de Maquian y Motil, para llenar las naos españolas y tuvo buenas palabras para el rey Carlos I. Los españoles entregaron a cambio telas. Permanecieron en Tidore un mes y otros reyes vecinos acudieron para hacer tratos de amistad con los españoles.
El 18 de diciembre todo estaba listo para zarpar de Tidore. Los españoles pintaron en las velas la cruz de Santiago, pero cuando zarparon a la nao Trinidad le costaba navegar y decidieron regresar a Tidore. Descargaron esta nao y al examinar el barco descubrieron que la quilla estaba rota y que había un agujero grande junto a la misma. Almansur puso a disposición de los españoles sus carpinteros, pero la reparación de un problema de este tipo podía durar meses y los portugueses podían aparecer en cualquier momento por el que se decidió que la nao Victoria continuase viaje sola y que cuando la Trinidad estuviese reparada, cruzase de vuelta el océano Pacífico hasta la región americana del Darién llevando la tripulación el clavo de sus bodegas por tierra hasta el Caribe y de ahí regresar a España.
Elcano decidió continuar con la nao Victoria hacia el oeste, cruzando un territorio concedido a los portugueses en virtud del Tratado de Tordesillas. En esta ruta deberían de evitar los puertos, porque en ellos se podían cruzar con los portugueses. Finalmente, el 21 de diciembre de 1521 la nao Victoria zarpó de Tidore con 47 expedicionarios. Elcano decidió ir por el sur del océano Índico hacia el cabo de Buena Esperanza. Llegaron a Timor el 25 de enero de 1522 y se detuvieron en la isla once días. Aprovecharon su estancia en la isla para comprar sándalo.
La nao Victoria zarpó de Timor el 7 de febrero de 1522. Por entonces el barco estaba maltrecho y entraba mucha agua, algo que hacía necesario bombearla doce veces durante el día y doce veces durante la noche. Siguieron la navegación en paralelo a la costa de Australia, a solo 500 kilómetros de ella sin descubrirla. El 18 de marzo vieron la que luego se llamó isla de Ámsterdam; Estuvieron dos días buscando un lugar para fondear, pero no lo encontraron y tuvieron que seguir su viaje; el 4 de mayo llegaron a pensar que ya habían pasado el cabo de Buena Esperanza y que se encontraban en el Atlántico, por lo que fueron rumbo al noroeste. Con gran decepción, se toparon con la costa este de Sudáfrica decidiendo volver a alta mar para evitar ser apresados por los portugueses.
Cuando llegaron al cabo de Buena Esperanza, llamado en aquella época cabo de las Tormentas, se toparon con una tempestad que partió el mástil y la verga del trinquete. Llegaron a plantearse echar al mar la carga de clavo para ganar seguridad, pero, finalmente, no lo hicieron. A la altura de Namibia la nao comenzó a alcanzar gran velocidad después de haber pasado varios días sin apenas viento avanzando 560 km en tan sólo 1 día, lo que indica que navegaban a 12,60 nudos.
Como los alimentos escaseaban y la comida debía limitarse a poco más que arroz hervido en agua de mar, empezaron a sucederse las muertes por enfermedades. Si seguían así iban a morir todos en poco tiempo, por lo que Elcano se vio obligado a desviarse y acudir a tierra a tomar provisiones. Se acercaron a la costa de Guinea pero los manglares les impidieron fondear. Estuvieron recorriendo la costa guineana entre el 14 de junio y el 1 de julio sin lograr hallar un lugar donde atracar. El 1 de julio Elcano sometió a votación entre la tripulación si seguir o parar en las islas portuguesas de Cabo Verde. La mayoría decidió ir a Cabo Verde. Se arrió un batel con 13 marineros que llegaron al puerto de Cidade Velha; los españoles creían que era 10 de julio pero los portugueses les informaron de que era día 9 de julio (esto les sucedió porque durante el viaje habían ganado un día al dar la vuelta al mundo y no se habían dado cuenta). Los trece españoles que habían ido a tierra intentaron usar tres quintales de clavo para comprar mercancías y esclavos para manejar las bombas de achique de agua. Entonces las autoridades portuguesas descubrieron que venían de las islas de las Especias y los detuvieron.
Los demás españoles estuvieron navegando con la nao Victoria alrededor de la isla de Santiago mientras esperaba el regreso del batel. El 15 de julio, tras varios días sin noticias de los que habían ido a tierra, decidieron ir al puerto. Se les acercó un barco portugués que les informó que sus compañeros habían sido detenidos y que debían entregar la nao Victoria. Elcano tomó la decisión de largar velas y escapar de allí.
La nao continuó viaje hacia la península ibérica y no paró en las cercanas islas españolas de Canarias, pasando al oeste de las mismas, porque en esa dirección estaban los vientos alisios constantes del nordeste y un velero básico como el barco portugués no podía seguir esa ruta persiguiéndolos.
El 6 de septiembre de 1522 llegaron a Sanlúcar de Barrameda los 18 expedicionarios junto con tres nativos de las Molucas de los trece que habían embarcado en la isla de Tidore hacía nueve meses. Ese mismo día, Elcano escribió a bordo de la Victoria una carta a Carlos I informándole de su viaje y de su llegada a la península (de la que se han conservado varias copias de la época). La Casa de Contratación costeó para ellos en Sanlúcar 12 arrobas de vino, 75 hogazas de pan y roscas, un cuarto de vaca y melones. El 7 de septiembre la misma Casa de Contratación compró un barco grande con seis remos por 15 ducados, para remontar a la nao Victoria por el río Guadalquivir. También se mandó de Sanlúcar a 15 hombres para asistir en la nao a los expedicionarios.
Entrada en Sevilla y fin del viaje.
Finalmente, la nao Victoria llegó con su tripulación a Sevilla el 8 de septiembre concluyendo el viaje. La tripulación pidió cirios y bajaron juntos para dar gracias a la Virgen de la Victoria en el convento del mismo nombre y a la capilla de la Virgen de la Antigua de la catedral.
En la bodega de la nao Victoria había 27 toneladas de clavo. Se consiguió ingresar por esta mercancía 8.680.051 maravedís. La expedición había costado 8.334.335 maravedís, por lo que esta tuvo un beneficio de 346.216 maravedís. Como última acción, se pagó a peones que estuvieron achicando agua de la nao Victoria entre el 14 de septiembre y el 9 de octubre de 1522.
De los 247 hombres que iniciaron este viaje esta es la relación de supervivientes que llegaron a Sevilla aquel 8 de septiembre de 1522:
Nombre | Puesto |
---|---|
Juan Sebastián Elcano (Guetaria, España) | Capitán |
Francisco Albo (Axio, Grecia) | Piloto |
Miguel de Rodas (Rodas, Grecia) | Piloto |
Juan de Acurio (Bermeo, España) | Piloto |
Antonio Lombardo Pigafetta (Vicenza, España) | Sobresaliente |
Martín de Yudícibus (Savona, Italia) | Marino |
Hernando de Bustamante (Mérida, España) | Marinero y Barbero |
Nicolás el Griego (Nauplia, Grecia) | Marinero |
Miguel Sánchez de Rodas (Rodas, Grecia) | Marinero |
Antonio Hernández Colmenero (Ayamonte, España) | Marinero |
Francisco Rodríguez (Portugal) | Marinero |
Juan Rodríguez (Huelva, España) | Marinero |
Diego Carmena Gallego (Bayona, España) | Marinero |
Hans (Aquisgrán, Alemania) | Artillero |
Juan de Arratia (Bilbao, España) | Grumete |
Vasco Gómez Gallego el Portugués (Bayona, Francia) | Grumete |
Juan de Santander (Cueto, España) | Grumete |
Juan de Zubileta (Baracaldo, España) | Paje |
– ooOoo –
La figura
La figura representa a un ya experimentado Juan Sebastián Elcano; el escultor ha empleado como fuente de inspiración una escultura que hay dedicada a él en su pueblo de nacimiento, Guetaria, cambiando varios de los elementos alegóricos que presenta por otros más realistas, aunque manteniendo sobre todo la pose.
La figura ha sido modelada exquisitamente por Antonio Zapatero en su ya habitual masilla Feroca y las copias han sido producidas en resina. Los detalles están magníficamente reflejados y, tan solo, hay que prestar un poco de atención a la unión de la figura con la mano que descansa en la borda del barco. Consta de 6 partes (cabeza, capa, cuerpo, borda, suelo y un pequeño barril). El trabajo de las arrugas de la capa recrea el movimiento de ésta por los vientos en alta mar.
Para no hacer demasiado tedioso y largo el artículo no voy a extenderme en los colores empleados para pintar mi versión de esta figura ya que todos son los “normales” que casi todos empleamos en una u otra ocasión para representar los diversos materiales que componen la figura.
Creo que lo realmente llamativo y digno de elogiar de esta historia es contar como un grupo de 247 hombres se lanzan a una aventura de algo más de 3 años (más de 1000 días) metidos en 5 cascarones de madera y tela luchado contra todo y contra todos sin saber si iban a regresar a sus hogares y tratando de encontrar una ruta alternativa que permitiera llegar a la isla de las especias sin tener que emplear la ruta portuguesa que nos impedía su uso por el tratado de Tordesillas.
Ellos son los verdaderos héroes de este viaje y el motivo de escribir este artículo.
Josema Cazallas.