Guardia Civil. Uniforme de servicio. 1916

El cambio de siglo trajo para la Guardia Civil un cada vez mayor cambio y especialización en las  tareas de mantenimiento del orden público a este cuerpo encomendadas.

Una de las razones que provocó su fundación fue la erradicación del bandolerismo y la seguridad de vías y caminos del país. Este objetivo se cumplió al poco tiempo de aparecer la Guardia Civil y extenderse a lo largo de la geografía nacional. Hacia finales del siglo XIX sólo quedaban aislados personajes que rayaban en la burda delincuencia más que en el bandolerismo romántico de unas décadas anteriores y estos poco a poco fueron cayendo y llevados a la Justicia por unas fuerzas de la Guardia Civil que conocían perfectamente caminos, valles, encrucijadas y veredas de la localidad donde estaban apostados y dejaban por tanto poca posibilidad de escondrijo a malhechores.

Con el auge de la industrialización y la concentración de las poblaciones en el mundo urbano, el problema empezó a ser diferente. A finales del siglo XIX el problema en las grandes poblaciones industriales empezó a ser el movimiento obrero y más concretamente la expresión violenta del mismo.

Grupos anarquistas especialmente, pero también de otras variopintas ideologías veían la violencia organizada la única forma de conseguir sus utopías sociales y por tanto los secuestros y asesinatos a sangre fría de personalidades políticas y empresariales empezaron a tomar forma  continuando durante todo el convulso comienzo del siglo XX.

Aunque a menor medida, también en el campesinado más pobre, alejado de las grandes urbes empezó a calar estas ideas y la Guardia Civil tuvo que hacer frente con todos sus efectivos para seguir manteniendo el orden público y la convivencia.

Huelgas, manifestaciones y todo tipo de concentraciones se empezaron a producir exigiendo derechos posibles o no. Los Gobernadores Civiles, Alcaldes y demás cargos públicos de los que dependía la Benemérita no tenían más opción para combatir esta violencia que usar a la Guardia Civil, que recordemos, por entonces era un cuerpo militarizado, no policial y no tenía más armas para disolver huelgas, manifestaciones y algaradas que las armas de guerra que portaban: fusil Mauser y bayoneta en los de infantería y sable y carabina en la caballería.

En las grandes poblaciones, aunque existían cuerpos de policía local, estas en aquella época generalmente tenían funciones poco menos que de intentar ser disuasorias del crimen y muchas veces protocolarias. Las funciones efectivas de control de la delincuencia organizada y sus investigaciones recaían frecuentemente en la Guardia Civil.

La Benemérita tuvo que cambiar la forma de actuar, crear grupos y formar agentes específicos para luchar sobre todo contra las organizaciones violentas que se amparaban en las grandes poblaciones de las ciudades con mayor crecimiento a principios del siglo XX: Madrid y Barcelona.

Poco a poco los éxitos empezaron a llegar y se desmantelaron grupos y se detenían a sus componentes, siempre con una labor de información y observación constante y silenciosa cerca de los ambientes donde se movían y actuaban estos terroristas.

Aún así las actuaciones más o menos individuales o sin un control especifico de una jerarquía grupal fueron difíciles de prever, como son el atentado en el cortejo nupcial de las bodas de los Reyes Alfonso XIII y Victoria Eugenia, el atentado del Liceo, el asesinato de Cánovas del Castillo o Canalejas por poner varios ejemplos.

En el ámbito rural como se ha comentado también el esfuerzo se centró en desarticular las organizaciones criminales que iban surgiendo, lo cual resultó más fácil que en las grandes ciudades, ya que los agentes conocían perfectamente la zona donde se movían y las personas que las formaban y necesitaban menos esfuerzo el llevar a cabo sus investigaciones.

Ejemplo de esto es la desarticulación de la organización terrorista “La mano negra” que actuó en la decada de los años 80 del siglo XIX en la zona de Andalucía y que llevó a cabo asesinatos y secuestros de terratenientes y propietarios.

Estos cambios también afectaron a comienzos del siglo XX al uniforme y a la representación visual del Guardia Civil. Se empezó a abandonar el color azul tina que había usado el Cuerpo desde su fundación y las largas casacas dieron paso a las más funcionales guerreras. Una de los primeros intentos de cambio en ese aspecto fue en 1909 cuando se estableció una guerrera de color gris que mantenía puños y cuello en el color grana habitual, manteniendo también los pantalones azules característicos.

Esta primera guerrera dio poco a poco paso a los tradicionales uniformes de color verde tan característicos del Cuerpo.

A los pocos años se suprimieron los pantalones azules por otros de tono grisáceo igual que el de la guerrera y los puños y el cuello de esta perdió su color grana por portezuelas de este color en los puños y cuello.

Poco a poco se buscaba funcionalidad y comodidad para la realización del servicio. Se siguió usando las polainas para uso en despoblado y el cubrir el tricornio con funda de hilo blanco en verano y del mismo tono del uniforme en el resto del año.

Autor: José María Bueno

En esta figura por tanto hemos representado a un Guardia Civil con el uniforme en uso a mediados de los años 10  del siglo XX. Está en servicio, pero quizás no en funciones demasiado penosas, ya que no cubre los pantalones con las polainas pardas reglamentarias, aunque si ha cubierto el tricornio con una funda provista de visera y cogotera.

Lleva así mismo las tres cartucheras de munición para el fusil Mauser y la cartera de caminos. Elemento este último que siguió inalterable como equipo del Guardia Civil hasta bien entrado los años 80 del siglo XX.

Poco más que aportar de la elaboración de la figura, su tamaño es de 54 mm y está construida como es habitual a partir de un armazón de alambre de cobre añadiendo masilla epoxidica Epofer en diferentes capas para formar primero la anatomía y luego las diferentes prendas del uniforme.

Agradecer a mi compañero en la asociación Alabarda, Alberto, la pintura de esta y todas las figuras que están apareciendo de esta serie y por tanto su ilusión y entrega en este fascinante proyecto de recoger la historia de tan glorioso Cuerpo.

  • Pintura de la Figura: Alberto Rojo

 Antonio Meseguer