El Barón Rojo

Manfred Albrecht Freiherr von Richthofen, nació en Breslau (Imperio alemán) el 2 de mayo de 1892 y encontró la muerte en Vaux-sur Somme (Francia) el 21 de abril de 1918.

En los inicios de la aviación, el Barón Rojo se convirtió, durante la primera guerra mundial, en el piloto más famoso de la contienda, encarnaba el modelo a seguir por todos los jóvenes y era el máximo representante de la caballerosidad dentro del horror de la guerra, permitía escapar a sus víctimas malheridas.

Se educó, como muchos aristócratas prusianos, para la carrera militar e ingresó en la caballería donde llegó a ser teniente. Pero la caballería no tenía sitio en las trincheras y tuvo que ocuparse de problemas de intendencia. Su inquietud y rebeldía le hizo negarse a seguir en puestos burocráticos y solicitó el traslado al incipiente servicio aéreo en mayo de 1915. 

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En enero de 1917, Manfred consiguió la medalla Pour le Mérite por su 16 victoria, asimismo fue reconocido con el mando de su propia escuadrilla, la nº 11. Destacó por potenciar el trabajo en equipo y su escuadrilla fue la más famosa. Mandó pintar su avión de rojo para que se le viera llegar en la distancia. El Barón rojo se convirtió en el as por antonomasia de los hombres del káiser. En primavera, llegó a las 45 victorias convirtiéndose en el piloto más efectivo de la Gran Guerra. Sus compañeros también pintaron sus aviones de rojo protegerlo de las balas enemigas, aunque su hermano Lothar eligió el color amarillo para su máquina. Asumió el mando de un número mayor de pilotos, llegando a dirigir 50 aparatos. El resto de las escuadrillas siguieron su ejemplo y pintaron sus aparatos de colores llamativos, a partir de ese momento, su unidad adquirió el nombre del Circo Volante.

Fue herido en julio de 1917 y desde entonces su carácter se ensombreció y “decía saber” que no iba a ver el final del conflicto. 

Pilotó varios aviones, el caza biplano Albatros D. II y el Fokker triplano Dr. I con los que derribó ochenta aparatos enemigos durante la Primera Guerra Mundial, cuando fue derribado sólo tenía 26 años. Héroe de los alemanes y respetado por sus enemigos. Entre sus condecoraciones destacan, además de la mencionada medalla Pour le Mérite, la Cruz de Hierro y la Orden del Águila Roja.

Para celebrar sus victorias encargaba a un joyero de Berlín copas de plata de 5 cm de altura con una inscripción. El primer número indicaba el orden del derribo, después el tipo de aeroplano, seguido de un número para indicar los tripulantes, y por último la fecha de la victoria (1 Vickers 2 17.9.16). Después de la victoria 60 hubo de interrumpir la colección de trofeos pues el joyero le comunicó que no había más plata disponible.

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La superstición decía que a los pilotos que se les tomaba una fotografía antes de un vuelo sufrirían de una terrible mala suerte. Su última foto fue hecha segundos antes de que volara por última vez.

Los aviadores solían tener una mascota que les acompañaba en sus vuelos, el Barón Rojo disfrutó de la compañía de Moritz, un gran danés, y este tuvo suerte pues escapó sólo con una oreja cercenada.

Fue enterrado con todos los honores militares por los británicos, quienes llevaron a hombros su ataúd cubierto de flores. Soldados australianos presentaron armas y lanzaron tres salvas en su honor. En el lugar donde cayó su avión hay una lápida en la que se puede leer su epitafio: “Aquí yace un valiente, un noble adversario y un verdadero hombre de honor. Que descanse en paz.”

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Alejandro Labourdette Díaz