Curso de terrenos con Pepe Gallardo (II)

Como si se tratara de un cuadro, una figura estupenda, esculpida y pintada por maestros, perdería una gran parte  de su potencial mensaje si viniese envuelta por un marco pobre.

Así pues, el primer paso en la debida consideración hacia el terreno es planificarlo adecuadamente.

Debemos decidir de antemano cual es el mensaje que queremos transmitir. Puede ser múltiple, o tener distintas facetas. En algunos casos quizá lo determine la propia figura y simplemente tengamos que reforzarlo y contextualizarlo, en otros tal vez deseemos cambiarlo, o incluso crear uno nuevo.

Las posibilidades son tan innumerables como las de cualquier otro producto de la creatividad humana. El hastío y la sensación de agobio de un grupo de soldados americanos en Vietnam se entenderán mejor si representamos de forma convincente la jungla invasora y opresiva que les rodeaba. Una moto jet en el bosque de Endor ganará en matices y transmitirá con mayor realismo las escenas de la película si logramos reproducir el denso bosque de árboles gigantes creado por George Lucas.

Por eso, antes de empezar a trabajar debemos hacernos una idea clara de nuestras intenciones. Estudiar las figuras, la historia de los personajes que representan, y plantearnos las preguntas que queramos resolver.

Sabiendo lo que queremos representar, podremos escoger los elementos concretos que van a componer la escena y enmarcar la figura.

Con los ingredientes básicos sobre la mesa de trabajo, es conveniente hacer una planificación inicial de la composición y situación en la peana. Como si se tratara de una fotografía, hay que buscar el enfoque, la perspectiva que queremos que perciba el espectador. ¿Cuál es la mejor vista de la figura? ¿Cuál es el ángulo de visión que queremos destacar?

Debemos buscar una composición armónica, estética y realista, todo al mismo tiempo y en su debido equilibrio.

Lo más habitual es colocar la figura en el centro de la peana, e introducir los accesorios y elementos de escenografía a su alrededor, orientando la vista del espectador y equilibrando la composición. No hay que dejar espacios vacíos, en los que se pueda distraer la mirada, pero al mismo tiempo tampoco hay que amontonar demasiados elementos u obstaculizar la visión de la figura.

Además, aunque suene obvio, para la credibilidad de la escena es imprescindible respetar a la figura, tanto en su escala como desde el punto de vista histórico-contextual. Así, todos los elementos de la escena deben mantener proporciones compatibles y ajustarse a la veracidad histórica de los hechos representados.

Josechu Sanmartín