Ballestero con pavés

La ballesta es un arma difícil de cargar y necesita que el ballestero tenga las dos manos libres para poder tensarla y cargar el dardo (también llamado saeta o virote).

Para cargar la ballesta se utilizaron diversas maniobras; los primeros ballesteros ponían el arco en el suelo, lo sujetaban con el pie y tiraban de la cuerda (de fibras vegetales o alambre) con las dos manos, hasta conseguir trabarlo en el gancho; posteriormente se le colocó un estribo en el extremo del arco para introducir más fácilmente el pie y sujetar el arma con mayor firmeza; con el tiempo fue evolucionando y se utilizaron diversos mecanismos, denominados armatostes, algunos tan complicados y voluminosos que el nombre ha quedado para definir un trasto grande y de poca utilidad.

El mecanismo más utilizado fue la manivela o torniquete que conseguía una gran tensión y no era excesivamente aparatoso.

El disparo se realizaba con un gatillo que liberaba la cuerda empujando el virote a gran velocidad. La potencia de la ballesta llegó a ser tan considerable que podía atravesar una cota de malla a una distancia de 150 metros.

Su gran inconveniente era la lentitud de recarga. Un ballestero disparaba un virote por minuto, mientras que, en ese tiempo, un arquero habilidoso, era capaz de lanzar hasta diez flechas con su largo arco de un metro ochenta.

Con una ballesta cualquier persona sin preparación podía neutralizar, a distancia, a sus enemigos, incluso derribar del caballo a los guerreros más experimentados. Un campesino analfabeto podía tumbar de su caballo incluso a nobles caballeros y grandes señores. Resultó tan amenazador para el estatus establecido que el papa Inocencio II, en 1139, en el concilio de Letrán prohibió su uso contra los cristianos por «el peligro que representaba para la humanidad un arma semejante» aunque en la guerra con los infieles no había problema.

A pesar de la prohibición, el auge de esta arma siguió aumentando, su utilización, en la guerra y en la caza era imparable y, de hecho, constituye el anticipo más cercano a las futuras armas de fuego.

Durante el siglo XIV, en la guerra de asedio, se populariza el pavés. Este se diferencia del escudo, principalmente, por su gran tamaño, algo más de un metro de alto y medio metro de ancho. Posee una punta metálica en su parte inferior, esta punta se hinca en el suelo y se mantiene erguido mediante una estaca, también clavada en el suelo.

El pavés es cóncavo en su parte interna, debe proteger al ballestero que se coloca detrás mientras prepara el disparo de su arma. Muchos paveses poseen una acanaladura en su parte interior en la que se coloca la estaca durante el trasporte. Asimismo, poseían una larga correa, llamada guita, utilizada para llevarlos a la espalda.

Debido al excesivo peso del pavés, se utilizaban normalmente, en las guerras de asedio. Eran transportados en carros hasta el lugar de la batalla, allí los cogían los ballesteros transportándolos en bandolera, a la espalda, hasta el lugar donde eran plantados a la adecuada distancia de la fortaleza para que fueran efectivos en el cerco de la fortaleza.

En ocasiones, este enorme broquel se utilizaba llevado a la espalda, sobretodo para protegerse de flechas y dardos enemigos al subir por una escala en un sitio a un castillo. Los hombres que lo portaban debían ser fuertes y recios.

Era muy habitual que estuvieran decorados con las armas del señor, con pinturas religiosas o con cualquier otra escena.

Con la llegada de las armas de fuego también empieza a caer en desuso. El pavés ya no es útil y la ballesta queda relegada a la caza o el ocio; llegando hasta nuestros días, sobre todo en actividades deportivas y de recreo.

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Figura

Tartar Miniatures – “Medieval Crossbowman XV c.” – Referencia TR 75-157

Es una pieza en resina esculpida por Sergey Savenkov y con Box art de Lorenzo Evangelista:

Para la decoración del pavés de la figura de Tartar Miniatures se ha utilizado como inspiración la batalla naval de “La Exclusa”. Esta batalla se produjo en 1340 durante la guerra de los Cien Años. Fue una victoria inglesa que tuvo como consecuencia el cierre del canal de la Mancha para Francia.

El pavesero representado no debía ser de los más pobres pues lleva protecciones metálicas para el pecho y las piernas. También porta casco de hierro que en este instante esta siendo utilizado como cesta de unas brillantes y apetitosas manzanas.

Los ballesteros menos pudientes era frecuente que vistieran solo un gambax como protección, esta prenda era de cuero o tela forrado de estopa o trapos viejos con numerosas costuras que le daban el característico aspecto acolchado,

La ballesta es de las más sencillas, de estribo con cuerda de tendones animales enrollados y gatillo metálico. Colgando del cinturón, lleva el gancho necesario para tensar la cuerda de la ballesta y que al ejecutar esta acción no se clave la cuerda en las manos del ballestero, incluso, para proteger mejor sus manos también en el cinturón, tiene un par de guantes de cuero. 

Obsérvese que también porta una gran espada de ancha hoja y una bolsa decorada con un rostro barbudo para portar los dardos de la ballesta. En el cinturón vemos una pequeña bolsa con una daga y, en bandolera transporta una cantimplora de cuero con remaches metálicos.

Alejandro Labourdette