Abanderado Milicias Provinciales de Burgos
Cuando a mediados de este año me planteé la idea de hacer una figura para poder concursar en la VI edición Tierras del Cid en Burgos, el reto era doble. Por un lado quería hacer una figura atractiva visualmente y por otro quería huir del tópico, Burgos igual a Cid. Al informarme vi claramente que Burgos como ciudad y región tenía temas históricos más que suficientes para entrar en cualquier periodo distinto al medieval.
Como apasionado al ejército español y sobre todo a la historia militar del siglo XIX la posibilidad de ubicar una figura en este periodo concreto se fue haciendo realidad.
El principio de toda esta aventura no fue la figura, sino la bandera, ya que examinando el estupendo CD que acompaña el libro “Banderas, estandartes y trofeos del Museo del Ejército” me animó completamente. Con eso ya fue fácil ubicar uniformologicamente al personaje.
La figura muestra a un subteniente abanderado del Regimiento de Milicias Provinciales de Burgos hacia 1842. Estos regimientos que se extendían por todas las provincias españolas hacían funciones de ejército de reserva, y en la guerra de África de 1859 demostraron que estaban más que preparados para el combate.
Un momento de transición este año, tanto en el tema uniformes como en las banderas. Nuestro personaje (burgalés) lleva el uniforme que se estableció en 1841 para toda la infantería, incluidos regimientos provinciales, con la única diferencia de ser en blanco los vivos y detalles que en infantería eran oro y rojas las portezuelas y puños que en infantería eran amarillas. Este uniforme revolucionó la tradición de azul tina que el ejército español usaba hasta la época. Aunque en 1843 volvió a cambiar al azul de nuevo y que ya conservó hasta 1926. Así mismo la bandera que porta nuestro oficial, la blanca con las cruces de Borgoña, fue retirada de este Regimiento en 1843 y sustituida por la nueva rojigualda.
La idea era hacer una figura con pose elegante, clásica, si se quiere. Su escala es de 75 mm exactos. Fue modelada íntegramente en masilla Feroca, al igual que la bandera y los bordados de la misma. Sólo puedo decir que me produjo una enorme ilusión el ir dando forma y “vistiendo” a nuestro protagonista poco a poco, así como ir introduciéndome a través de cuadros y grabados en aquella época tan fascinante.
Por último, agradecer enormemente a Roberto Ramírez, su predisposición desde el primer momento para su pintura, ya que ha conseguido darle vida y así poder ser considerada por el Excelentísimo Ayuntamiento de Burgos para estar entre su colección. Esa es la mayor satisfacción.