100 años de la Gran Guerra. Comentarios sobre la Primera Guerra Mundial (II)

La” Guerra de desgaste”, para debilitar al ejército francés, fue llevada a cabo por un millón de soldados alemanes atacando la plaza fortificada de Verdun en 1916. Después de nueve meses de duros enfrentamientos el asalto alemán obtuvo muy poco resultado. Petain se hizo muy popular después de esta batalla pues consiguió no malgastar las fuerzas para resistir al enemigo. Se saldó con 160.000 muertos o desaparecidos por parte francesa y 100.000 por Alemania, además de medio millón de heridos.

La figura de la marca Jon Smith representa a un soldado francés del 318 regimiento de infantería en Verdun.

“Algunos soldados llevaban puttes (largas tiras de tela que se enrollaban en las pantorrillas) enrollados en los pies en lugar de botas, otros tenían zapatos que habían encontrado por ahí, y otros no tenían más que calcetines, y llevaban los pies sangrando.”

Cabo Bernard JJohn Denore, sobre la retirada británica de Mons, agosto de 1914.

«Ils ne pas passeront!»  (¡No pasarán!)

Durante la batalla de Verdún, 1916. Henri-Philippe Petain (1856-1951), general y político francés, apodado el «vencedor de Verdún». Esta frase fue utilizada algunos años después, en la Guerra Civil Española com

lema para la resistencia de Madrid ante el avance de las fuerzas de Franco.

”Su ataque fracasó… tan sólo porque los muertos no pueden seguir avanzando”.

General Beauvoir de Lyle, durante la batalla del Somme.

«Toda la tierra está roturada por los proyectiles que estallan y los agujeros se llenan de agua; y si no te matan los proyectiles, puedes ahogarte en los cráteres. Los carros rotos y los caballos muertos se apartan a los lados de la carretera: también yacen ahí muchos soldados muertos. Los soldados heridos que murieron en la ambulancia han sido descargados y sus ojos se te quedan mirando. A veces, te encuentras un brazo o una pierna. Todo el mundo está corriendo, corriendo, tratando de escapar de una muerte casi segura en esta lluvia de proyectiles enemigos. Hoy he visto la verdadera cara de la guerra».

Hans Otto Schetter, fusilero alemán.

“Los ataques se alternan con contraataques y, poco a poco, los muertos se amontonan en el campo de cráteres entre las trincheras.”

Erich Maria Remarque, de su novela “”Sin novedad en el frente”

«No podíamos creer que tuviésemos que atacar en condiciones tan deplorables. Nunca recé tanto en mi vida. Me puse de rodillas en el barro y le recé a Dios para que viniera conmigo».

Soldado Pat Burns, 46º Batallón de Infantería canadiense, Batalla de Passchendaele, noviembre de 1917.

“Marchamos sin cesar… los carros de raciones y las cocinas de campaña con suerte llegan de noche. “

Diario de Rudolf Binding, Capitán del ejército alemán, Kaiserchlacht, marzo de 1918.

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“Jamás nos alcanzaron, gracias a Dios, pues el profundo lodo fue nuestra salvación, ese lodo que maldecíamos, que nos atrapaba, en el que tropezábamos y nos resbalábamos, y en el que se hundían las botas a cada paso.”

Teniente artillero R. G. Dixon, sobre la batalla de Paschendaele.

“No había señales de vida de ningún tipo. Ni un árbol, con excepción de unos pocos tocones muertos, que resultaban extraños a la luz de la luna. Ni un pájaro, ni siquiera una rata o una brizna de hierba. La naturaleza estaba tan muerta como los canadienses cuyos cuerpos permanecían donde habían caído el otoño anterior. La muerte se había escrito a lo grande por todas partes».

Soldado R. A. Colwell, soldado estadounidense. Enero de 1918, meses después de su finalización de la batalla de Passchendaele.

“Tras haber recorrido varias veces en todas direcciones las trincheras nadie sabía ya ni en donde nos encontrábamos ni en qué dirección quedaba la posición alemana. Poco a poco los hombres se fueron poniendo nerviosos. Las agujas de la brújula luminosa temblaron en nuestras manos trémulas; con el nerviosismo, nos olvidamos de todos los conocimientos adquiridos en la escuela.”

Ernst Jünger, de su novela “Tempestades de acero”

 Continuará…

Alejandro Labourdette